La rotura de fibras es una de las lesiones más comunes en deportes explosivos como el fútbol, el baloncesto o el atletismo por la contracción a la que se someten las fibras musculares. Algunos estudios han cifrado la incidencia de estas lesiones en los atletas veteranos en torno al 15%. La tasa es mayor en las modalidades más explosivas como las carreras de velocidad (ver más). De manera general, esta lesión está presente en cualquier deporte porque consiste en la rotura de las fibras (cuerdas) que forman el músculo. En este artículo abordamos la rotura de fibras, tanto sus posibles causas como su tratamiento, prevención y la importancia de una correcta recuperación.
¿Qué es una rotura fibrilar?
A la rotura fibrilar también se le conoce como desgarro muscular (de mayor intensidad que una elongación muscular o tirón muscular). Realizar un diagnóstico acertado es fundamental para su posterior tratamiento. Podemos identificar una rotura fibrilar si tenemos la sensación de haber recibido una especie de ‘pedrada’ en el área afectada. De igual modo, es común que la rotura fibrilar vaya acompañada la rotura de un hematoma en dicha zona.
Los tirones pueden afectar a cualquier parte del cuerpo humano en la que haya músculo. En el caso del atletismo y de las pruebas de velocidad o los deportes explosivos, las más comunes son las roturas de fibras en isquiotibiales y en sóleo debido a las fuerzas que se aplican en esta zona. Aunque también hay ejemplos en el atletismo de otro tipo de roturas como la distensión cervical y lumbar, frecuente en atletas que trabajan con peso.
Las roturas fibrilares según su gravedad
En ocasiones, estas lesiones se pueden confundir con las contracturas. Eliseo Monsalvete, especialista en Medicina de la Educación Física y el Deporte y parte del equipo de Clínicas Beiman, explica que si estamos hablando de “pequeñas roturas fibrilares pueden ser difícil diferenciarlas”.
Si la rotura es más significativa, hay diversos detalles que permiten reconocer el desgarro, como la incapacidad de continuar con la actividad, el dolor agudo, el hematoma y la inflamación de la zona. Mientras, con la contractura, solo hay pequeñas molestias en la parte afectada. De manera genérica, la contractura puede ser un estado previo al desgarro muscular.
Las roturas fibrilares se clasifican en tres grados según su gravedad:
- Grado I, rotura fibrilar: Se produce cuando hay una leve distensión muscular, siendo muy escaso el número de fibras afectadas. Las molestias para el atleta son mínimas.
- Grado II, rotura parcial: El número de fibras rotas aumenta y existe un cierto grado de inmovilidad de la zona afectada.
- Grado III, rotura total: El vientre muscular (parte central del músculo) está roto y se necesita incluso de una operación para reparar esta lesión. Produce incapacidad completa del atleta y origina deformación muscular.
¿Cómo y por qué se produce una rotura fibrilar?
Eliseo Monsalvete señala dos motivos por los que se originan estos tirones: “Uno es por un traumatismo del contrincante, frecuente en deportes de contacto, mientras que otro es por razones intrínsecas del deportista”. Así, referente al atletismo, apunta que es común que ocurra en “modalidades donde se hacen movimientos bruscos y muy precisos ya que el cuerpo está llevado al mayor riesgo por esta combinación”.
Dicho esto, hay algunos factores que pueden favorecer la mayor incidencia de estas lesiones. Monsalvete explica que es normal que ocurran los desgarros musculares “cuando no hay una concordancia entre el nivel de entrenamiento y el nivel competitivo”. Es decir, cuando venimos de un periodo de descanso o entrenamiento leve y exigimos a nuestro cuerpo más de lo debido.
El fisioterapeuta José Antonio Pérez señala más razones que también se deben tener en cuenta. Por ejemplo, apunta otros factores que deterioran el nivel muscular “como el mal descanso, el estrés, la tensión de la competición…”.
Por supuesto, también puede deberse a una mala biomecánica del atleta, tanto si se refiere a una pisada errónea como a un uso incorrecto de las zapatillas (consulta aquí cómo elegir zapatillas para correr). En estos casos es recomendable realizarse un estudio de la pisada y análisis biomecánico a cargo de un especialista. Además, otros factores de riesgo son una alimentación deficiente, el sobreentrenamiento, no calentar o una mala circulación. En todos los casos hablamos de situaciones en la que el músculo no se encuentra al 100% de su capacidad, siendo más posible la rotura de sus fibras.
Tratamiento de la rotura de fibras
Después de sufrir una rotura de fibras hay que ponerse en manos de los profesionales para evaluar esta lesión. El fisioterapeuta José Antonio Pérez comenta que lo ideal en este punto es realizarse “una ecografía con el objetivo de valorar daños, localización, extensión, sangrado y hematoma” (ver más sobre la ecografía portátil de diagnóstico inmediato). El diagnóstico lo debe hacer el médico deportivo.
Hablar de plazos de recuperación es muy complicado ya que “todo depende del paciente y de las sensaciones”. Pérez especifica que en el mundo élite se “acortan mucho los plazos”, pero si queremos que una lesión fibrilar esté completamente “tratada, consolidada y curada”, el plazo es de entre tres y seis meses. No obstante, aclara que “entre los 21 y los 28 días el deportista ya se encuentra al 75% de sus capacidades y puede competir”.
El especialista en Medicina del Deporte y asesor de calidad en Clínicas Beiman Juan de Dios Beas da las claves de lo que él considera un correcto tratamiento de recuperación: “Tiene que ser un buen trabajo en equipo. El éxito empieza con un diagnóstico adecuado y le sigue un trabajo multidisciplinar donde, a lo largo de la recuperación, la distinta información que proporciona cada miembro del equipo orienta la siguiente etapa del tratamiento”. Por último, para él, más importante si cabe son los profesionales que saben qué aplicar y cómo manejar las técnicas de rehabilitación en cada momento.
La comunidad científica ha establecido (ver más) los tratamientos recomendados para una rotura de fibras en cada una de las cuatro fases de recuperación de esta lesión tan típica en el atletismo:
-Fase inflamatoria: transcurre entre el día uno y tres después de la rotura. Para José Antonio Pérez, “no se recomienda parar completamente”. Así, indica que el atleta debería realizar “toda aquella actividad que pueda hacer sin dolor como elevación del músculo afectado, a lo que se le une el vendaje compresivo y la aplicación de frío”. Además, es recomendable drenar el hematoma y no tomar inflamatorios “porque influye en la fase de recuperación del músculo”.
-Fase regenerativa y de vascularización: esta etapa transcurre hasta el día 14 tras el tirón. Aquí, el profesional recuerda que se están formando los nuevos vasos sanguíneos. Para él, se deben “hacer estiramientos sin dolor, ir incrementando poco a poco la actividad, técnicas circulatorias y/o ejercicios en el agua”.
-Fase de estimulación celular: la tercera de las fases va hasta el día 28 después de la lesión y empieza la cicatrización durante la misma. En ella, los profesionales trabajan cada vez con más estiramientos y, teniendo en cuenta la evolución del atleta, se adaptan cargas específicas al deporte o a la modalidad en cuestión. Referente al atletismo, Pérez habla de practicar las salidas, el gesto biomecánico y siempre yendo de menos a más intensidad.
-Fase de remodelación: la fase final transcurre entre los tres y los seis meses tras la lesión y va encaminada a volver al estado de antes de la afección. En esta etapa se prosigue con los estiramientos y se evalúa al paciente continuamente para darle el alta, que se producirá cuando no exista dolor o molestias.
Juan de Dios Beas incide en la “individualización en cada tratamiento” de una rotura de fibras, debido a que “no todas las lesiones son iguales”. Es decir, que hay que valorar a cada paciente ya que lo que puede ser útil para uno no lo es para otro.
No obstante, hay algunas técnicas de rehabilitación que se utilizan normalmente en las distintas fases de la recuperación de la rotura de fibras. Marco Aurelio Toral, fisioterapeuta en Clínicas Beiman, menciona la crioterapia para la “evacuación y eliminación del edema y su drenaje”. Para el mismo fin y, además, “mejorar la cicatrización y aumentar la aceleración del metabolismo tenemos la diatermia”. También, en el tratamiento de la rotura de fibras, apunta la aplicación de láser de alta potencia o laserterapia “para facilitar la cicatrización”.
Laserterapia: la revolución del láser de alta intensidad en la recuperación de lesiones
Toral continúa su enumeración con la electroterapia invasiva (EPI), que ayuda a la “aceleración de la cicatrización”. Por último, apunta a la ecografía para “el seguimiento de la evolución de la rotura”. Para todas estas técnicas son necesarios profesionales cualificados que trabajan conjuntamente con otros expertos con un mismo fin.
Y es que realizar una correcta recuperación de las roturas fibrilares es fundamental. Lo recuerda Eliseo Monsalvete: “Una mala recuperación facilita otra rotura. Si tenemos una zona que funcionalmente no está bien recuperada, cuando le exijamos al músculo otra vez, volverá a sufrir una nueva lesión”.
Cómo se pueden prevenir los desgarros musculares
Llegados a este punto, la pregunta es ¿se pueden prevenir los tirones en el atletismo? Ya hemos hablado de algunos aspectos a tener en cuenta para reducir al mínimo los problemas con los tirones como llevar una correcta alimentación, respetar los descansos, la incorporación gradual al entrenamiento, limitar el estrés en la competición y contar con una buena biomecánica.
José Antonio Pérez detalla que también es importante “realizar trabajos de fuerza y de neurodinámica (técnicas de fisioterapia centradas en el sistema nervioso periférico)”. Esto es debido a que el “nervio ciático tiene mucha influencia en este tipo de lesiones”. Otros aspectos que menciona el fisioterapeuta son “mejorar la mecánica articular del atleta y los trabajos de compensación muscular”.
Para finalizar, el último factor sobre el que incide es las características individuales del propio deportista: “Teniendo en cuentas estas técnicas de prevención se pueden disminuir la incidencia y la tasa de lesiones de las roturas de fibras”.
Añadir comentario