Hace pocas semanas se confirmó una noticia sorprendente. Timo Werner, quizá el último gran talento de la prolífica cantera alemana de futbolistas, no jugaría durante varias jornadas por una dolencia inusual: le molestaban los cánticos de la hinchada hasta hacerle imposible la actividad de jugar al fútbol. La razón es que Werner sufre hipersensibilidad auditiva.
No es habitual que un futbolista no pueda jugar porque le aturde el ruido que llega de la grada. Werner no es un cualquiera, sino un joven talento goleador en la estela de Gerd Müller, Rudi Voeller o Miroslav Klose. Pidió el cambio ante el Besiktas de Estambul y ante el Borussia Dortmund, cuyo público es tan ruidoso como el turco, se quedó en el banquillo.
Afortunadamente, parece que lo del delantero alemán tiene cura. Según el traumatólogo alemán que lo exploró, el origen del mal de Werner está en un golpe que sufrió tres meses antes de sufrir los síntomas. El golpe con un rival le habría descolocado la articulación temporomandibular, provocando un desplazamiento vertebral que a su vez habría presionado la arteria que irriga los órganos el martillo y el aparato vestibular del oído.
El golpe con un rival le descolocó la articulación temporomandibular, origen de la dolencia
El caso de Werner llamó la atención de los medios, por inusual. Aquí te hemos hablado de fracturas y de hacer deporte sufriendo diabetes . Hasta hemos tratado a fondo la lesión del joven delantero el FC Barcelona Dembelé. Hoy nos proponemos contarte algunas lesiones y patologías inhabituales en los deportistas. No vamos a hablar de enfermedades con cura, sino de síndromes o enfermedades crónicas con los que algunos deportistas de élite han tenido que convivir durante parte de su carrera.
Usain Bolt: una pierna más larga que otra
Nadie diría que el hombre más rápido que haya visto el planeta sufre una patología en su marcha. Pues bien: la pierna izquierda de Bolt es 1,5 centímetros más larga que la derecha. El origen de la asimetría es que nació “desnivelado”: sufre escoliosis, o desviación de columna.
Durante su juventud, el jamaicano se lesionaba con frecuencia porque no distribuía correctamente el peso. Cambió sus hábitos para compensar la zona débil, realizó miles de abdominales y lumbares para proteger su espalda y dedicó incontables horas a estirar, hasta que se convirtió en el súper atleta que ha pasado a la historia.
Bolt combinó ese trabajo descomunal con una constitución muscular perfecta para un velocista. Nadie tan alto (1,95) es capaz de mover tan rápido las piernas. Menos aún sufriendo una disimetría: alguien dijo alguna vez que Bolt era una bala; una letal bala “mellada”.
Dennis Bergkamp: aerofobia
Desde 1994 el delantero holandés incluyó en sus contratos una cláusula inamovible que le eximía de viajar en avión con el resto del equipo. El origen de esta fobia estuvo en una mala experiencia en el avión que llevó a la selección holandesa a Estados Unidos, en 1994. Esto es un inconveniente para cualquier futbolista de élite, pero se agrava si reside en una isla. Este fue el caso de Bergkamp, que desarrolló gran parte de su carrera en Londres jugando para el Arsenal, y que se desplazaba por Europa en coche, saliendo de Inglaterra con días de antelación. Iván Helguera, defensa del Real Madrid, tenía una fobia parecida a volar en avión, no logró nunca reflejar por contrato su problema, pero son conocidas las visitas que realizaba a la cabina de los pilotos.
Magic Johnson: el mayor altavoz contra el Sida
Si algún caso hizo algo por sacudir la conciencia mundial sobre una enfermedad, probablemente fue el de Earvin ‘Magic’ Johnson. El 32 de los Lakers anunció el 7 de noviembre de 1991 que estaba infectado con el virus del SIDA. Por entonces la enfermedad era tabú, y aunque se retiró del baloncesto, Magic anunció que volvería a ser “un hombre feliz”.
Se convirtió entonces en un altavoz contra los riesgos de las enfermedades de transmisión sexual. Volvió para jugar el All Star y para integrar el mejor equipo de todos los tiempos: el Dream Team que Estados Unidos presentó a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Shannon Boxx: Síndrome de Sjögren
El Síndrome de Sjögren es un trastorno autoinmune que destruye las glándulas que producen las lágrimas y la saliva, causando resequedad en la boca y en los ojos, y puede llegar a afectar a las articulaciones, pulmones, riñones, vasos sanguíneos, órganos digestivos y los nervios. Afecta principalmente a mujeres y suele comenzar a partir de los 40 años, a veces vinculado a enfermedades como la artritis reumatoide o el lupus.
Shannon Boxx, estrella del fútbol en norteamericano, anunció que padecía el síndrome en 2012. A pesar de ello, la deportista ganó medallas en los Juegos Olímpicos de Atenas y Pekín.
Javier Gómez Noya: anomalías en el corazón del triatleta total
El triatleta, cinco veces campeón de las series mundiales en una de las disciplinas deportivas más duras que existen, sufrió cuando apenas era un chaval una anomalía cardiaca. Le detectaron la valvulopatía aórtica congénita, que así se llama la anomalía, cuando contaba 16 años, y eso generó un dilema: ¿debía seguir haciendo deporte? El Consejo Superior de Deportes le retiró la licencia y, como se relata en este reportaje , su caso incluso se expuso anónimamente en algún congreso de medicina deportiva.
El Premio Príncipe de Asturias reconoció en 2016 su perseverancia frente a la adversidad
El riesgo de muerte súbita asociado a esta anomalía es alto. Las valvulopatías aórticas pueden obstruir el paso de la sangre o dejarla retroceder parcialmente. Sin embargo, él esgrimía informes de otros médicos que no encontraban riesgo en que practicara triatlón. Pudieron más esas opiniones y el CSD le devolvió la licencia (sujeta a revisiones periódicas) a quien luego ha sido uno de los mejores triatletas de la historia. El Premio Príncipe de Asturias reconoció en 2016 su “perseverancia ante la adversidad”.
Christopher Froome: dos Tours afectado por un parásito
Algún titular amarillista daba cuenta del suceso allá por agosto de 2011: “Comido por los parásitos y líder de la Vuelta”. Ese era Chris Froome, un ciclista hasta entonces casi desconocido que acabó segundo de la carrera, y que dos años después impuso un dominio aplastante en el Tour de Francia.
La bilharzia es un gusano cuyas larvas llegan al organismo humano por el agua. Una vez en la sangre, el parásito produce la esquistosomiasis, una enfermedad que puede causar la muerte. Es una enfermedad aguda y crónica, común en África. Froome la contrajo durante una visita a Kenia, su país natal, y compitió con ella en la Vuelta de 2011 y los Tours de 2012 y 2013.
En esos años fue segundo en la Vuelta (más una etapa), segundo en el Tour de 2012 (cuando evidenció que era más fuerte que el ganador y compañero de filas, Bradley Wiggins) y vencedor del Tour 2013, además de bronce olímpico en contrarreloj individual. Froome se medicó durante este tiempo con autorización de la UCI y en diciembre de 2013 anunció que estaba curado.
Alex Dowsett: cuando la sangre no coagula
El penúltimo poseedor del récord de la hora sobre una bicicleta (52.937 kilómetros) es hemofílico. Esto significa que sufre una enfermedad genética que impide la normal coagulación de la sangre. Afecta a unas 3.000 personas en España. A Dowsett le diagnosticaron Hemofilia de tipo A severa cuando aún era un niño y su caso es una anomalía en el deporte.
Dowsett corre para Movistar Team, y su situación es polémica. Cuando abordó el récord de la hora, la BBC tituló así: “El ciclista que está obligado a “doparse” para competir”. “Es mi forma de vida. El sábado me despertaré y clavaré una aguja en mi brazo”, decía el ciclista, que está autorizado para suministrarse cada 48 horas una versión especial de la proteína para coagular la sangre Factor VII.
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