El deporte que realizan nuestros niños y jóvenes en la actualidad es prácticamente equivalente al que realizaban los deportistas profesionales en la década de los 80, y no nos referimos solo a los jóvenes deportistas de alto nivel, sino a la mayoría de los jóvenes que practican una u otra disciplina. Este hecho que, a priori, puede parecer sorprendente, tiene su lado positivo, ya que el ejercicio físico tiene innumerables efectos saludables; y otro que no lo es tanto, puesto que debemos tener en cuenta que el deporte también puede producir efectos negativos como fatiga, estrés o lesiones. Ésta es la razón por la que los jóvenes deportistas requieren una vigilancia médica especializada.

En primer lugar, cuando un niño o una niña practican deporte de forma regular, es fundamental efectuar un reconocimiento médico previo a la realización de esta actividad. Es importante que sea realizado en un centro apropiado, y por un especialista en medicina de la educación física y el deporte. En dicho reconocimiento, además de las pruebas cardiológicas necesarias para comprobar cómo responde su corazón al esfuerzo, se deberá revisar:

  • La columna vertebral de estos jóvenes deportistas con el objetivo de descartar la existencia de posibles alteraciones como escoliosis, hiperlordosis lumbar (aumento de la curvatura) o hipercifosis dorsal (postura encorvada), entre otras. Una vez son detectadas, estas alteraciones requerirán medidas posturales correctoras o un tratamiento específico, según cada caso.
  • En este reconocimiento médico del joven deportista también se deben revisar las rodillas para comprobar si existe desviación de las mismas hacia afuera o hacia adentro (genu varo o genu valgo), si son rodillas que hiperextienden (genu recurvatum) o si existen problemas biomecánicos que requieren medidas correctoras.
  • De la misma forma, el análisis se centrará en tobillos y pies para valorar formas de apoyo o déficits musculares.

A pesar de que el reconocimiento médico sea correcto, la práctica de cualquier deporte es, en sí misma, un factor desencadenante de lesiones. En el caso de jóvenes deportistas, estas lesiones tienen algunas peculiaridades, especialmente entre los deportistas en edad de crecimiento que se ven afectados por sobrecarga o por hipertrofia muscular excesiva.

Enfermedad de Osgood-Schlatter y enfermedad de Sever en jóvenes deportistas

 

Enfermedad de Osgood-Schlatter en niños y jóvenes.
Radiografía de paciente con enfermedad de Osgood-Schlatter

Un ejemplo de estas patologías habituales en jóvenes deportistas es la enfermedad de Osgood-Schlatter. Esta patología, de nombre extraño, consiste en el arrancamiento de la tuberosidad anterior de la tibia (en la zona que está justo por debajo de la rodilla). El problema se produce por el gran desarrollo de la musculatura del cuádriceps (situado en la cara anterior del muslo) que tira en exceso del hueso, por medio de su tendón de inserción (el tendón rotuliano) y provoca la separación de una porción del hueso que todavía está en crecimiento.

Es una lesión que ocurre de forma mayoritaria entre jóvenes de 9 a 13 años. En una cuarta parte de los casos, la lesión afecta a ambas rodillas.

Enfermedad de Sever en jóvenes deportistas
Radiografía de paciente con enfermedad de Sever.

Lo mismo ocurre en la enfermedad de Sever, sólo que el arrancamiento se produce en el calcáneo (hueso del talón) por  parte del tendón de Aquiles (inserción de la musculatura de la pantorrilla). Ambas patologías, además de otros tratamientos, necesitan obligatoriamente hacer reposo deportivo durante algún tiempo.

Fracturas en tallo verde
Radiografía de una fractura en “tallo verde”.

Fracturas “en tallo verde” entre jóvenes deportistas

También es importante hablar de las fracturas óseas en jóvenes deportistas, cuya particularidad en los niños y niñas radica en que la lesión se asienta sobre huesos en crecimiento. Estos huesos son más elásticos que en los adultos y, por ello, generalmente se rompen de una manera especial. Son las llamadas fracturas “en tallo verde”. Normalmente pueden tratarse de forma exitosa con inmovilización (escayola), pero esta inmovilización no se debe prolongar durante demasiado tiempo, sobre todo si la fractura afecta a la zona por la que crece el hueso, para evitar que se altere dicho crecimiento y puedan aparecer secuelas posteriores.

Por todo ello, debemos prestar la importancia que merece la actividad deportiva que realizan nuestros niños y jóvenes no pensando que es sólo un juego, y siempre consultar con los profesionales expertos en cada caso.

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Salvador Castillo

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