El ictus es una enfermedad cerebrovascular que provoca la muerte cada año de 40.000 españoles según la Federación Española de Ictus. Se define como una alteración brusca de la circulación cerebral. El ictus es la primera causa de mortalidad entre las mujeres españolas y la segunda en hombres, según el Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (GEECV-SEN).

Cada año se detectan 120.000 casos nuevos de ictus en España. Se trata de la principal causa médica de discapacidad. Y es que el ictus puede provocar un daño cerebral asociado a la zona afectada de este órgano. Una actuación rápida de los servicios sanitarios puede evitar siempre males mayores. La vida de una persona que ha sufrido un ictus cambia radicalmente. En ocasiones se puede convertir en un paciente dependiente que necesita de unos cuidados específicos. Sobre el ictus, sus síntomas, sus factores de riesgo y qué ocurre después de esta enfermedad hablamos a continuación.

Ictus: qué es y tipos

El ictus es una interrupción súbita de la circulación de la sangre al cerebro que altera la función de una determinada región de este órgano. Según su origen se distinguen dos tipos de ictus.

  • Ictus isquémico: Se ocasiona por el taponamiento de los vasos sanguíneos que van al cerebro. Es el más común. En el caso de que dure un breve periodo de tiempo y no produzca daños cerebrales se denomina como accidente isquémico transitorio (AIT). Las trombosis (se forma un coágulo en un vaso sanguíneo cerebral) y las embolias (se bloquea un vaso sanguíneo cerebral por un coágulo formado en otro sitio pero no en el mismo cerebro) se incluyen dentro de este tipo de ictus. Las causas más comunes de los ictus isquémicos son la hipertensión arterial, la diabetes y la edad.
  • Ictus hemorrágico: Se produce por la rotura de un vaso sanguíneo lo que ocasiona una hemorragia y que la sangre se expanda por el cerebro. Es el menos común -en torno al 15%-. Si el sangrado tiene lugar en el interior del tejido cerebral se denomina como hemorragia intracerebral. Si aparece en una zona más superficial en el espacio entre el cerebro y la parte interna del cráneo se conoce como hemorragia subaracnoidea. Y si afecta al sistema ventricular (parte del cerebro formada por cavidades que se conectan entre sí) se llama hemorragia intraventricular. Entre las principales causas de los ictus hemorrágicos se encuentran la hipertensión arterial, las malformaciones en los vasos, el consumo de drogas excitantes y los traumatismos cerebrales.

¿Qué ocurre si sufro un ictus?

El ictus provoca que la sangre no llegue de manera correcta al cerebro. En consecuencia, el cerebro se queda sin el oxígeno y los nutrientes transportados por la sangre que necesita para su funcionamiento. Rápidamente las células cerebrales comienzan a morir al no recibir este aporte sanguíneo. Las partes dañadas o con células muertas pueden verse afectadas de una manera temporal o definitiva. Las consecuencias para el paciente variarán según el área cerebral afectada. En casos extremos un ictus puede causar la muerte.

Cada hora sin un correcto aporte sanguíneo al cerebro se traduce en un envejecimiento cerebral de 3,6 años y una pérdida de 120 millones de neuronas según detalla la Sociedad Española de Neurología. Por ello hay que actuar rápidamente.

Síntomas del ictus

El 50% de la población desconoce cuáles son los síntomas de un ictus a pesar de su incidencia en la sociedad. “Saber identificar los síntomas para acudir cuanto antes al hospital puede ayudar mejorar significativamente el pronóstico de esta enfermedad”, explica la Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, María Alonso de Leciñana.

Las personas que sufren un ictus presentan normalmente varios de los siguientes síntomas:

  • Alteración de la visión
  • Dificultad para mantener el equilibrio
  • Pérdida de fuerza y/o sensibilidad (afecta normalmente a media parte del cuerpo y se refleja principalmente en alguna extremidad o en la cara).
  • Dolor intenso de cabeza
  • Dificultades para hablar y comunicarse

En el siguiente vídeo se explica a la perfección.

Cualquiera que presente algunos de estos signos debe ser atendido inmediatamente por los servicios sanitarios.

Factores de riesgo

El Atlas del Ictus elaborado por la Sociedad Española de Neurología señaló que más del 80% de los ictus son evitables si se controlasen aquellos factores de riesgo modificables. Es decir, los que dependen de nosotros y de nuestras acciones y estilo de vida. Entre los principales causantes del ictus se encuentran (ver más):

  • Hipertensión arterial
  • Diabetes
  • Hipercolesterolemia (colesterol alto)
  • Consumo de tabaco, alcohol y drogas
  • Vida sedentaria
  • Obesidad
  • Enfermedades cardiacas previas

También son factores de riesgo -pero no modificables- la edad, la raza, el género y los antecedentes familiares. Los casos de ictus aumentan más del doble en cada década a partir de los 55 años; esta enfermedad afecta también más a los hombres que a las mujeres; se han documentado más casos de ictus en personas afroamericanas; y es más probable sufrir un accidente cerebrovascular si hay antecedentes en la familia.

Por tanto, llevar una dieta sana y equilibrada y la práctica regular de ejercicio físico es fundamental para disminuir el riesgo de padecer ictus.

Y después del ictus, ¿qué?

El ictus es la principal causa médica de discapacidad en el mundo. En torno a un 30% de las personas que han tenido uno se quedan en una situación de dependencia. Las secuelas varían en función de cada paciente. Muchas de las funciones que se han perdido a causa de la enfermedad se pueden recuperar parcial o completamente con el paso del tiempo. No obstante, otras no. No se puede generalizar en la recuperación ya que cada caso es único y variable (ver más información).

De lo que no hay duda es de que el paciente afectado por un ictus debe adaptarse a una nueva forma de vivir. Puede presentar dificultades motoras, de visión, problemas de memoria o conducta, incontinencia… En ocasiones sucede que las secuelas le impidan realizar tareas cotidianas o valerse por sí mismo. En estas situaciones se debe valorar en la familia pedir ayudar externa.

Una de las alternativas es trasladar al afectado a una residencia. También existe la posibilidad de contratar a un cuidador capacitado. En este caso todo el proceso se realiza desde la casa del paciente. Se evita de este modo que la persona tenga que irse de su hogar. Una opción que suele ser preferida por muchas familias por los beneficios que tiene.

La técnica en atención sociosanitaria de Qida, María Teresa Dacosta Rodríguez, explica que las funciones de un cuidador son varias y extensas y repercuten directamente en la calidad de vida de la persona que ha padecido el ictus. Entre ellas se encuentran el “acompañamiento y cuidado domiciliario, la higiene personal, la supervisión de las actividades básicas de la vida diaria, el mantenimiento del hogar, la preparación de las comidas según dieta, realizar compras domésticas, el seguimiento de la medicación, el entrenamiento cognitivo, el tratamiento y cuidado de heridas y el paseo y ejercicio”.

Esta experta afirma que desde el inicio se “realiza una valoración integral de la persona, detectando sus necesidades de atención y estableciendo un plan de trabajo con objetivos definidos y actividades planificadas que se llevarán a cabo en su domicilio, por parte del cuidador o cuidadora”. El cuidador además puede ayudar en la recuperación de una persona que ha sufrido un ictus colaborando de forma activa en la realización de diferentes ejercicios.

Generamos un impacto real en las vidas de nuestros usuarios porque proporcionamos un cuidado de la máxima calidad y humanidad completamente adaptado a las necesidades”, añade María Teresa Dacosta Rodríguez.

La importancia de la rehabilitación

El porcentaje de personas que sufren un ictus sin consecuencias es muy bajo. Muchos de los enfermos requieren además de una gran atención. Sea cual fuere la decisión que se tome es importante que las circunstancias que rodean al paciente favorezcan su recuperación. Y es que los primeros meses tras el accidente cerebrovascular suelen son los más importantes de la rehabilitación. Las principales mejoras se producen en esta etapa.

Por ello contar con una persona cualificada que acompañe en este proceso al paciente es altamente recomendable. No hay que olvidar además que las personas que sufren un ictus son más propensas a volverlo a padecer, especialmente en el primer año. También hay que ser consciente que el paciente deberá someterse a numerosas revisiones médicas.

Una actuación a tiempo, antes, durante y después del ictus, puede suponer la diferencia entre recuperar o no la vida que se tenía antes de este contratiempo.

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1 comentario

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  • Muy útil, seria importante profundizar en la cantidad de herramientas que se aplican actualmente para su rehabilitacion, como Natación terapéutica y Pilates terapéutico

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