29 de octubre de 2017. Partido de la Liga de Fútbol Americano (NFL) entre Chicago Bears y New Orleans Saints. Quedan algo más de cinco minutos para el final del tercer cuarto en el Mercedes Benz Superdome de Nueva Orleans. Zach Miller, ala cerrada de Chicago Bears, 33 años, 111 kilos de peso y 196 centímetros de altura, corre para alcanzar un pase de touchdown de su compañero Mitchell Trubisky. Justo cuando atrapa el balón en una maniobra increíble, algo se rompe. La imagen es terrorífica y no deja lugar a dudas: es una lesión muy grave. Miller se ha dislocado la rodilla por completo y se ha roto la arteria poplítea, lo que podría hacerle perder incluso la pierna.
17 de diciembre de 2017. Zach Miller, un jugador enormemente carismático, comparte en Instagram un video de 17 segundos en el que da sus primeros pasos tras seis semanas de su lesión y después de ocho cirugías.
¿Qué ha ocurrido en esas seis semanas? ¿Porqué la lesión de Miller es tan grave? Aquel domingo Zach Miller estaba haciendo un buen partido. Había sido una gran temporada para el dorsal 86 de los Bears. En el momento de la lesión, el tight end estaba en la zona de anotación. Sin embargo, la forma en la que su rodilla se rompió y -como después se sabría- el daño vascular provocado por el movimiento estuvieron a punto de suponer la amputación de la pierna izquierda del jugador.
Rotura de la arteria poplítea
Miller fue trasladado al Centro Médico Universitario de Nueva Orleans donde se le detectó, además de la rotura de las principales articulaciones de la rodilla, la rotura de la arteria poplítea, una arteria que se origina como prolongación de la arteria femoral y cuya rotura deja a la pierna sin riego sanguíneo. Es una lesión rara, que se da en un porcentaje muy bajo de casos, pero de enorme gravedad, puesto que puede suponer la pérdida de la extremidad.
El deportista fue operado de urgencia. En una primera cirugía, los médicos pudieron reparar el daño en la arteria revascularizándola gracias al injerto de una vena de la pierna derecha, que sirvió para puentear la zona de la lesión arterial. En las primeras horas tras la operación, el parte médico era esperanzador, puesto que el pie tenía pulso y temperatura. En aquellos momentos la preocupación no era recuperar al jugador para la práctica deportiva sino que no perdiese la pierna.
Este jugador ya ha demostrado en otras ocasiones tener tesón y fuerza física. No jugó en las temporadas 2012, 2013 y 2014 por distintas lesiones en pies y hombros. También se perdió varios partidos en 2016 y ahora vuelve al dique seco en una situación mucho más compleja. Él, sin embargo, no pierde la fe en volver a los terrenos de juego: “No me han dicho ‘no’. En realidad, me han dicho ‘sí’ varios médicos. Cruzaremos ese camino cuando llegue el momento”, comentó hace unos días en un programa de televisión estadounidense.
No me han dicho ‘no’. En realidad, me han dicho ‘sí’ varios médicos. Cruzaremos ese camino cuando llegue el momento
Zach Miller, cuya recuperación ha sido tildada de “milagrosa”, tiene ante si el gran reto de su vida. Si finalmente se confirma que el injerto y revascularización han sido un éxito tendrá que hacer frente a la lesiones articulares de su rodilla: ligamentos, meniscos, cápsula posterior… Es probable que haga una vida normal pero es prácticamente imposible que vuelva a jugar un partido profesional en la NFL.
Aún así, este deportista nacido en Nebraska en 1984 y que obtuvo honores en su estado como estudiante, no se rinde: “Me he caído antes y haré lo necesario para volver a levantarme”.
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